Se dice que nació en el pequeño poblado de Jato, a unos
Corría el año 1956, el soldado que trabajaba en el cuerpo de resguardo Imperial de la Guardia de Negus, debuta en los campeonatos nacionales de las Fuerzas Armadas, y para asombro logra batir al entonces héroe de Etiopía, Wami Biratu.
El desconocido Abebe le gana a Biratu en cinco mil y al poco tiempo le arrebata la supremacía también en los 10 mil. El éxito, sin duda, lo esperaba con los brazos abiertos.
Comienza con mayor rigor su preparación, en 1960 integra con orgullo la reducida delegación de Etiopia y se proclama vencedor de la agotadora prueba de la maratón, que corrió descalzo, en los Juegos olímpicos de Roma.
Su tiempo fue impresionante, cubrió la distancia de
Cuentan los periodistas que cubrieron el suceso que Bikila se calzó los tenis, pero le molestaban, así que decidió tomar la arrancada con sus pies desnudos.
A su llegada en la meta, levantó los brazos, se tiró en el suelo boca arriba y comenzó a realizar varios ejercicios, tal vez para descongestionar sus músculos. Después trotó suavemente por alrededor de la pista mientras el público lo aclamaba.
Toda la prensa buscó al desconocido Abebe Bikila. Habló poco. Dijo “que él sentía la necesidad de que todo el mundo supiera que en Etiopía se gana con determinación y heroísmo.”
A pie descalzo gana Bikila la Maratón en Roma . Hazaña sin precedente: bate récord sin zapatos el etiope Bikila. El fondista Abebe Bikila ofrece lección al mundo “ Se convierte en leyenda del atletismo un etiope desconocido”. Estos y otros muchos cintillos de prensa le dieron la vuelta al mundo, tras la victoria del humilde soldado.
Cuatro años después, Tokio, Japón, seis semanas antes de los Juegos, le diagnostican una apendicitis de la cual fue operado con urgencia. A un mes de la carrera nadie pensó que Bikila estuviera en condiciones.
Sin embargo, se presentó y volvió asombrar al mundo con otra medalla de oro para Etiopia esta vez mejor con 2 horas 12 minutos y 11 segundos.
Otro record más a su cuenta, dos medallas de oro consecutivas en Olimpiadas. Ya Abebe Bikila había tocado la Gloria. Llegó México 68, una fractura en un pies lo hizo abandonar la batalla, que dicho sea de paso, la ganó otro etiope, Mamo Wolde, quien no figuraba entre los favoritos.
Pero la tragedia acechaba, ese propio año un accidente de transito ocurrido en la localidad de Sheno, cerca de Addis Abeba, lo dejaría postrado en una silla de ruedas.
Golpe violento,paralítico, este devorador de kilómetros. Que ironía. Nadie podía imaginar semejante tragedia. Era como si los avatares de la vida lo hubieran condenado. Y de hecho fue condenado.
Cinco años más tarde, en 1973, Abebe Bikila, un icono del atletismo mundial y el más completo fondista de todos los tiempo, cerró sus ojos para siempre el 25 de octubre, en lucha ardiente, tenaz... pero de la que no pudo salir victorioso.
Las crónicas de la época evocan que su cuerpo fue acompañado por una muchedumbre impresionante, enterrado con todos los honores ante la presencia del entonces emperador Atse Haile Selassie. Ese día, el mundo entero, sencillamente, lloró. Aquí en España,una tienda de atletismo y un club (patrocinado por la tienda), llevan su nombre.
A su memoria
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