Ya ha vuelto el atletismo al verano. Iba a ir mañana a Arteixo-A Coruña a buscar a mi madre, pero al final, por un enfriamiento y otras cosas incómodas, he decidido dejarlo para la semana que viene. Tenía mucho trabajo para el fin de semana, pero así he podido aplazarlo suavemente: estoy preparando un artículo sobre Ricardo del Arco y la fotografía para el lunes.
Me he tomado un instante de relax y me asomé a la Golden League de Roma: he visto fallar en Yelena Isinbayeva en 4.95, he visto fallar a Irving Saladino (campeón del mundo y campeón olímpico) ante Dwight Phillips, un clásico, en una bonita prueba de salto de longitud (por ahora no hay recambio de Carl Lewis, Mike Powell e Iván Pedroso), y me he quedado con una preciosa carrera de 400 metros, donde Sanya Richards, probablemente una de las mejores corredoras de la categoría (lleva 36 carreras invicta en esas pruebas de la Golden League), venció a Allyson Felix, desconocida como en Pekín, y a la esperanzadora Libania Grenot, una espectacular italiana, por ahora más hermosa que buena atleta. Al menos, hoy, se desfondó. Los últimos cien metros de Sanya fueron realmente preciosos: parecían un huracán o la hermana mayor de Usain Bolt.
En 1500, Higuero y Casado estuvieron bien, entre el sexto y el décimo, y Mayte Martínez volvió por sus fueros: pareció que iba a ganar en 800, pero al final quedó tercera. Los comentaristas recordaron una y otra vez que no estaban las seis mejores del mundo: con todo, Mayte es una maravillosa competidora que se ha resucitado a sí misma, tras diversas lesiones. Posee un gran sentido competitivo, se coloca estupendamente, y en ejecuta unos últimos 50 metros estupendos. La carrera de 800 es, por lo regular, bellísima.
Me he tomado un instante de relax y me asomé a la Golden League de Roma: he visto fallar en Yelena Isinbayeva en 4.95, he visto fallar a Irving Saladino (campeón del mundo y campeón olímpico) ante Dwight Phillips, un clásico, en una bonita prueba de salto de longitud (por ahora no hay recambio de Carl Lewis, Mike Powell e Iván Pedroso), y me he quedado con una preciosa carrera de 400 metros, donde Sanya Richards, probablemente una de las mejores corredoras de la categoría (lleva 36 carreras invicta en esas pruebas de la Golden League), venció a Allyson Felix, desconocida como en Pekín, y a la esperanzadora Libania Grenot, una espectacular italiana, por ahora más hermosa que buena atleta. Al menos, hoy, se desfondó. Los últimos cien metros de Sanya fueron realmente preciosos: parecían un huracán o la hermana mayor de Usain Bolt.
En 1500, Higuero y Casado estuvieron bien, entre el sexto y el décimo, y Mayte Martínez volvió por sus fueros: pareció que iba a ganar en 800, pero al final quedó tercera. Los comentaristas recordaron una y otra vez que no estaban las seis mejores del mundo: con todo, Mayte es una maravillosa competidora que se ha resucitado a sí misma, tras diversas lesiones. Posee un gran sentido competitivo, se coloca estupendamente, y en ejecuta unos últimos 50 metros estupendos. La carrera de 800 es, por lo regular, bellísima.
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